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Varios amigos me han preguntado por qué edité Cómo evitar que tus hijos estudien Periodismo en Amazon. Muy sencillo. Era más fácil. Mucho más fácil. Tanto, que sólo pregunté a un editor amigo si le interesaba. La decisión la tomó él cuando me dijo que no tenía mucho sentido publicarlo porque “los jóvenes no leen y los periodistas quieren que les regales los libros”. Pero como ya lo tenía a la mitad y el coronavirus me aisló lo suficiente como para terminarlo, opté por la vía rápida: pedí a Fernando de Córdoba que me hiciese el cubiertón que lo ilustra, mi amigo Miguel me ayudó con las correcciones y tiré millas.

Desde entonces, y como ha funcionado razonablemente bien, aproveché las revisiones de muchos lectores para corregir cambios y le pedí a la ilustre Lorzagirl rehiciese la maquetación. Los amigos de Zenda me dejaron escribir sobre su creación; Hoy empieza todo de RTVE, Alex Ander en The Objective e Iñaki Berazaluce en Strambotic mostraron interés por él sin que hiciese más campaña que algunos tuits y le gané a la cosa suficiente dinero como para poder regalar a mi mujer una PS5 cuando salga a la venta. Pero en ningún caso lo hice por el dinero. Lo hice para que no se me olvidasen las cosas de periodistas que cuento, que supusieron veinte años de mi vida. La mejor recompensa ha sido que muchas personas, conocidos y señores que pasaban por ahí, me han dicho que disfrutaron de su lectura y que incluso aprendieron una o dos cosas.

El libro está a la venta por 15 euros en tapa blanda y por 4€ en Kindle, lo que me deja básicamente algo menos de 5€ de margen en la primera versiòn y unos 3€ en la segunda, si no recuerdo mal. Suficiente como para dejarlo macerar en la tienda online sin volver a mirar en esa dirección y viendo cómo suma de vez en cuando algún dinerillo sin esforzarme más que con un tuit acá y otro allá.

Sin embargo, algo me seguía molestando. Y es que si alguien quiere comprarlo en librerías no puede hacerlo. Bueno, en realidad como utilizo la distribución ampliada de Amazon creo que pueden conseguirlo a través de distribuidores americanos, pero no tengo claro cómo funciona y un amigo librero me dijo que es un lío porque incluso si pueden pedir unidades luego no podrían devolverlas.

Tenía todo esto bastante olvidado hasta que el otro día una librería de Castellón se tomó la molestia de encontrar mi número de móvil y me llamó para pedirme ejemplares que le habían encargado de la Universidad local. Y me pilló un poco descolocado. Hace un rato le he enviado los ejemplares solicitados y tendré que facturarle algo. ¿Pero qué margen me pongo?

Normalmente, con el sistema de editoriales, el autor se lleva en torno a una décima parte del valor del libro y la librería puede estar en un 30%. En este caso, si fuese un libro “normal”, tendría 1,5€ por cada ejemplar y el librero se quedaría 4,5€. El resto se repartiría entre gastos de producción, impresión y distribución.

Amazon me cobra en torno a 5€ por las copias de autor, incluyendo el envío a mi casa. Y he visto que el envío a una librería me sale por unos 2,5€. Siempre podría dejar a la librería el margen convencional de 4,5€ y quedarme yo con otros 3€. No estaría mal.

Pero como no lo hago por el dinero y me consta que muchas librerías están en un momento delicado, si algún comercio me vuelve a solicitar ejemplares para venderlos durante lo que queda de mes y en los meses de enero y febrero, se los enviaré sin ponerles margen. Si, por ejemplo, le pedís un ejemplar a vuestro librero cogolludense con un precio de portada de 15€, el librero se quedará con la mitad de ese importe. Y yo no ganaré nada.

A partir de marzo, o superados los 500 ejemplares (no va a pasar), les pondré un margen de un euro por ejemplar y seguirán ganándole 6,5€. Esto, en realidad, apenas me servirá para justificar las visitas a la sucursal de Correos que tengo junto a la oficina. Pero creo que es al menos un gesto con un tipo de pequeño comercio que ayuda mucho a reforzar el tejido social de los barrios y de las ciudades.

Con la librería de Castellón, Argos para más señas, ya hemos cerrado la transacción. Y es importante señalar que esto sólo puedo hacerlo bajo pedido. No puedo recoger invendidos, porque una cosa es no ganar dinero y otra perderlo, y además entiendo que tener esto en stock a fondo perdido es un ejercicio de fe improbable. Pero es lo que puedo hacer, ni más ni menos.

Ya, ya sé que es improbable que vayan a recibir muchos pedidos de mi estúpido, estúpido libro. O que sirva de algo en el gran esquema de las cosas. Pero tengo amigos en el sector y me hará ilusión hacer algo por ellos, aunque sólo sea esto.